La anestesia es la capacidad que nos da el cuerpo de no sentir dolor, es la ausencia de sensibilidad y puede ser provocada por una sustancia química o una enfermedad física.
Muchas veces en nuestra vida espiritual también pasamos por momentos de ausencia de sensibilidad, a veces cuando todo nos da igual, o cuando leemos la Biblia y no sentimos nada, o a veces ni siquiera la leemos. También cuando las personas ya no nos interesan e inclusive las relaciones con nuestra familia están frías y distantes.
Y nos podemos preguntar ¿por qué llegamos hasta este punto? Si antes no éramos así, y la respuesta es que fuimos sembrando semillas que dieron fruto.
La verdad es que todo el tiempo estamos sembrando, para vida o para muerte, y la siembra está en nuestros pensamientos. Siempre caemos en lo mismo, porque es allí donde se gestan nuestras acciones y si no estamos alertas, y nos descuidamos tan sólo un poco, nuestros pensamientos toman el control de nuestras acciones.
Aunque el proceso de la siembra fue lento y paulatino, hubieron algunos factores que dispararon la anestesia. El primer factor es empezar a dudar de Dios, dudar de quien es Él cuando las cosas no salen como yo esperaba, dudamos de Dios porque no nos da lo que esperábamos; ahí empieza un enojo tan oculto y silencioso que nadie puede ver, pero que Él y yo sabemos que está ahí estorbando nuestra relación.
Y si no ponemos un freno a esa semilla de la duda hacia Dios empieza a crecer, y se manifiesta en irritabilidad, desamor, desinterés a su obra y finalmente a las personas, todo porque desconfiamos de Dios en el pasado.
Las emociones no son malas y aunque se consideren disfuncionales, siempre debemos buscar en nuestro interior la razón por la cual están ahí, salen de algún lado y no debemos dejar que nos controlen.
Entonces tenemos una insensibilidad porque afloró en nosotros la incredulidad, después se manifestó en irritabilidad o enojo, y terminó en desobediencia; pasó de una idea a una emoción y finalmente se convirtió en una acción, donde dejamos de hacer cosas, porque en el fondo tenemos una interpretación equivocada de lo que pasó entre nosotros y Dios.
¿Y cómo arreglamos todo esto?
Justamente ahí, entendiendo lo que pasó, la respuesta va a estar en el inicio de todo, las cosas que nos pasan siempre son para nuestro bien. Cuando deseamos tanto alguna cosa, plan o proyecto al que Dios dice que no abiertamente, nos hace automáticamente dudar de quién es Dios para nosotros, pensamos que Dios no es bueno y no entendemos que pasa, se nubla nuestra mente y dejamos de pensar con claridad.
La realidad es que, si queremos madurar en el andar cristiano, tenemos que tomar los “no” de Dios y aceptarlos, es la única manera en la que ya no desconfiemos más de Él y que dejemos de enojarnos y de desobedecer.
El enemigo se vale de estas situaciones y de alguna manera nos influencia a creer que Dios no es Dios cuando no tenemos lo que deseamos.
Por ello podemos meditar en el Salmo 119:32 que dice:
"Por el camino de tus mandamientos correré, Cuando ensanches mi corazón”
Y cuando leí este versículo automáticamente pensé que tenía que amar más, y eso es verdad, pero leyendo otras versiones pude observar que decía otra cosa, por ejemplo, en la Nueva Traducción Viviente, dice:
“Perseguiré tus mandatos, porque tú aumentas mi comprensión.”
Y en la Nueva Versión Internacional decía “porque tu has cambiado mi modo de pensar”
Y ahí cerró todo, si quiero salir de mi anestesia emocional o espiritual tengo que cambiar mi modo de pensar, quizás no voy a tener eso que tanto estoy esperando. Tengo que mirar la circunstancia y a Dios de otra manera, y si hay un cambio no debo dudar de Dios, debo tomar los “no” de Dios, simplemente como un cuidado y no un castigo.
Cambiar mi modo de pensar… eso trajo paz a mi alma, saber que Dios en medio de mi apatía y rebeldía, me dice: “cambia tu manera de comprender las cosas”
Cambiar tu corazón y en Ezequiel 36:26 una de las versiones dice:
Les daré un corazón nuevo, y pondré en ustedes un espíritu nuevo; les quitaré el corazón de piedra que ahora tienen, y les daré un corazón sensible.
Y este versículo quebró justamente mi corazón en partes, tenía que romper para poner otra cosa, un corazón que siente que es sensible a otros y a su Palabra.
Y ese es mi deseo que puedas dejar que Dios rompa ese corazón duro, de piedra, que no siente nada por nada ni nadie y que de ahora en más puedas levantar la vista y mirar un poco a los demás con un corazón que late vida. Y finalmente puedas prevenir todo ese recorrido de siembra de dolor, de sufrimiento por mirar con ojos equivocados a Dios.
Es tu decisión salir de la anestesia espiritual y dejar de mirar la vida como un espectador, y empezar a involucrarte en la vida de los demás y disfrutar, no de tus planes y proyectos, sino de lo que Dios te dio hoy, simplemente el hoy y comenzar a disfrutar de ese corazón nuevo, lleno de sensibilidad; y de otras maneras de pensar que son bíblicas y sanas para tu vida.
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