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Insuficiente

Seguramente habrás escuchado muchas veces esta palabra, por ello  me gustaría invitarte a reflexionar sobre algunos pensamientos sencillos.

Sería interesante que cuando pensamos que no somos suficientes, nos hagamos la siguiente pregunta :

¿Quién define la medida de la suficiencia?Esta puede ser objetiva o subjetiva. Si es subjetiva, es probable que nunca alcancemos ese nivel, porque depende de percepciones cambiantes.


La sensación de insuficiencia surge cuando percibimos que nuestros esfuerzos o habilidades no cumplen con las expectativas, ya sean personales o ajenas.


También la palabra insuficiente puede referirse a algo medible, concreto y objetivo. Por ejemplo, si nos sacamos una nota baja, decimos que “no fue suficiente” para aprobar. Nadie lo cuestiona. Simplemente buscamos estrategias para mejorar y lograr el objetivo en el próximo examen.

Pero, ¿qué ocurre cuando la insuficiencia no tiene que ver con la cantidad, sino con la calidad?Cuando entra en el terreno de lo subjetivo, ¿quién determina la medida que produce satisfacción en los demás y en mi?Incluso puede suceder que cumplamos con todos los estándares, que hagamos todo “bien”, pero aún así sintamos que nunca es suficiente. Ese sentimiento viene de otro lugar.


Y nos encontramos con otra pregunta de ¿por qué necesitamos evaluarnos constantemente?Muchas veces, no aceptamos la singularidad con la que Dios nos creó. Por ejemplo, en lo físico, deseamos tener lo que otros tienen. A veces pensamos que hay algo “malo” en nosotros, que no agradamos, y ni siquiera sabemos por qué.La realidad es que todo comienza por aceptar nuestra singularidad. Debemos primero conocernos: nuestros gustos, preferencias, personalidad... y luego aceptar lo especiales que somos en Dios.Cuando vivimos vidas satisfechas, no deseamos lo que otros tienen, porque lo que nosotros tenemos llena nuestro interior.

Especialmente las mujeres tendemos a compararnos constantemente con otras: pensamos que a la otra le va mejor, tiene un mejor fisico, cabello, esposo, hijo, profesión, casa, auto, etc. Dejamos de ver la gracia de Dios en nuestra vida y comenzamos a ser ingratas con el plan único que Él diseñó para cada una.

Debemos volver a nuestro eje, y comenzar por agradecer —por lo bueno y por lo malo— todo lo que Dios usó para hacernos quienes somos hoy.

Recordemos también el mandamiento dado a Moisés en el Éxodo: no envidiar ni codiciar lo ajeno.Sin darnos cuenta, a través de las redes sociales, deseamos lo que el otro tiene, sin nisiquiera saber si lo que veo en esas fotos es fantasía o realidad y despreciando lo que sí ocurre en nuestra vida.

Entonces terminamos sufriendo por tener  una autoestima baja o incorrecta de nosotros mismos, por la comparación constante, o por la falta de aceptación de lo que somos y tenemos. Y sin querer dejamos de lado la autoridad de Dios sobre nuestra vida, porque te recuerdo que Dios es quien decidió muchas de las cosas que somos y tenemos en nuestra vida.


¿Pero cómo podemos escapar de todo esto? ¿ Cuál es la salida?


Y la salida está en ver quién es el que debería de darnos la medida: ¿Quién da la verdadera medida?


Dios.

La medida está en Él y en Su Palabra.


Es fundamental recordar que Dios tiene las medidas de todas las cosas.Debemos buscar en Él las respuestas. La verdad es que Dios nunca nos pidió ser perfectos. Nos pide crecer, apartarnos del pecado, ser puros... pero no perfectos, porque sabe que esa perfección se perdió en el Edén. Desde entonces, todos vivimos con las consecuencias del pecado, con fallas y fracasos.

Nuestra evaluación no debe basarse en la comparación con los demás, sino en la medida que Dios nos dió.Cada uno tiene dones, capacidades, habilidades y talentos distintos. Esa diversidad es gracia de Dios: lo que Él me da a mí no es mejor ni peor que lo que da a otro, simplemente es distinto y adaptado a mi estilo de vida personal y único.


“Basado en el privilegio y la autoridad que Dios me ha dado, le advierto a cada uno de ustedes lo siguiente: ninguno se crea mejor de lo que realmente es. Sean realistas al evaluarse a ustedes mismos, háganlo según la medida de fe que Dios les haya dado". Romanos 12:3



Este versículo nos habla de que seamos realistas al evaluarnos, mirando con detenimiento  todo lo que Dios nos ha dado y cuando observemos todo lo que realmente tenemos no caer en la soberbia de creer que es mérito propio sino simplemente regalo  y voluntad de Dios.

Pero para ser agradecidos, primero debemos darnos cuenta de lo que tenemos, y aceptar Su voluntad personal en nuestra vida.



Cada ser humano es único, y la comparación es un engaño del enemigo, que busca homogeneizarnos. Dios, en cambio, da cosas únicas y hermosas a cada hijo.


Por eso, sé realista al evaluarte. No te evalúes desde una mirada subjetiva. Mira con detenimiento todo lo que el Señor te ha regalado, simplemente por gracia y recuerda que Dios es el que pone las medidas, y su único desafío es que nos parezcamos más a su hijo Jesús, y si te surgen deseos de comparación hácelo, solo con Él, porque Él suple todo lo que nos falta y es la medida justa.


De sus riquezas maravillosas mi Dios les dará, por medio de Jesucristo, todo lo que les haga falta.

Filipenses 4:19

 
 
 

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