En estos tiempos que estamos viviendo es muy común escuchar que muchas personas han tenido o sufrido un ataque de pánico.
Si bien esta crisis está como “normalizada” entre nosotros, los síntomas que atraviesan las personas que lo padecen no son para nada fáciles de afrontar.
La persona siente a nivel físico palpitaciones, temblores o sacudidas, siente que se le cierra la garganta, sudoración, opresión en el pecho, náuseas, inestabilidad, mareo o desmayo, sensación de irrealidad, escalofríos o sofocaciones y falta de aire.
Pero la característica principal es el miedo intenso, miedo a perder la vida, a “volverse loco” y una urgente necesidad de escapar de la situación.
Si bien estas personas no están perdiendo la vida, ellas lo están sintiendo como si realmente pasara, por ello es importante la intervención nuestra, debemos dar apoyo en ese momento y no crear una crisis más, tratar de entenderlas y no de acusarlas ya que muchas veces no hay causas “visibles” por las cuales sentirse así.
El porque de que alguien padezca este tipo de ataques está ligado a diferentes factores, ellos pueden ser ciertos sucesos específicos, un alto nivel de estrés, un carácter que es más sensible al estrés y a las emociones negativas, citando sólo algunos.
Entonces más allá de los factores que pueden contribuir a un ataque, también hay factores que son de protección y de prevención para limitar su aparición.
La persona debería poder analizar si está viviendo algún tipo de “exceso”, si se está auto-exigiendo en algún plano de su vida, al que no estaba acostumbrado. En esta reflexión personal debe mirar cómo está viviendo la vida y si se ha pasado de algún límite ya que el estrés es uno de los factores causantes de la ansiedad.
También si una persona padece esta situación debería ir a un doctor para descartar posibles enfermedades físicas.
La causa de la ansiedad es interior, no es exterior, por lo tanto no la podemos atribuir a las circunstancias externas o inventarlas cuando no las haya.
Es necesario planear tiempos de descanso y de ocio y cuidar el diálogo interior que tengo en los momentos de ataques, es muy importante qué pienso acerca de mi persona cuando paso por esos momentos de ansiedad.
Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de Él es mi esperanza. Salmo 62:5
Este versículo es un buen ejemplo de cómo debo hablarle a mi interior, recordando que en nuestro Dios es solamente donde podemos encontrar tranquilidad, reposo y paz, Él es nuestra esperanza, en Él se cumplen todos nuestros deseos y anhelos de vivir una vida, gloriosa y distinta a la que estamos viviendo hoy en día y es nuestra esperanza de que todo lo que esperamos un día, se va a cumplir.
Vuelve, oh alma mía, a tu reposo, Porque Jehová te ha hecho bien. Salmo 116: 7
Mi alma y mi mente deben de recordarme que Dios es quien nos hace bien, Él tiene continuamente pensamientos de bien y no de mal para cada uno de nosotros y es un Dios bueno, que da cosas buenas a sus hijos, a quienes le aman, Santiago dice que todo regalo, y todo don perfecto desciende de lo alto, para cada uno de nosotros, por ello teniendo esto en mente puedo luchar contra la ansiedad del futuro y la incertidumbre de lo que va a pasar el día de mañana.
En esa clase de amor no hay temor, porque el amor perfecto expulsa todo temor. Si tenemos miedo es por temor al castigo, y esto muestra que no hemos experimentado plenamente el perfecto amor de Dios. 1 Juan 4:18 (NTV)
Este versículo nos habla de una relación especial de amor, cuando amamos y somos amados por alguien, sabemos que esa persona no nos va a traicionar, es esperable que haga cosas buenas por nosotros, y no tenemos temor porque estamos confiados en esa relación, y así es con Dios, cuanto más crece nuestra relación con Él, más podemos creer que no nos va a dar nada malo, y ese amor disipa el temor, porque finalmente todo lo que le pase a nuestra vida es porque Dios permitió que pasara de alguna manera.
Mas el que me oyere, habitará confiadamente
Y vivirá tranquilo, sin temor del mal. Proverbios 1:33
Y en esta relación de amor con Dios es muy importante aprender a escuchar su voz, para vivir una vida tranquila en estos tiempos turbulentos de inseguridad e incertidumbre, escuchar su voz y también creerle a su voz, a lo que me dice y así no tener temor del mal, esta es una hermosa promesa de nuestro Padre, pero la condición es escucharle, no nos dice que no habrá mal, sino que no tendremos temor de ese mal que aqueja.
Echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros. 1 Pedro 5:7
Por último no debemos olvidarnos de echar nuestras preocupaciones, ansiedades, cargas, problemas, crisis, dolores, tristezas y fracasos sobre Él, un día en la cruz el cargó con todas esas miserias sobre sí mismo y no hay otra manera de salir de nuestros conflictos sino es dependiendo de Cristo, entendiendo que Dios mismo lo ha pedido así. Debemos confiar que está cuidando de nosotros aunque no lo sintamos ni vivamos, lo que nosotros sintamos, pensemos o vivamos no confirma quien es ni que hace Dios, su Palabra es la que da testimonio de si Mismo.
Generalmente todos esos miedos que sufrimos y que pensamos que van a suceder no ocurren, porque podemos tener ansiedades o miedos, de que cosas malas nos van a suceder, pero con la preocupación no podremos lograr cambios, no podemos cambiar realidades. Sólo con nuestra voluntad podremos contribuir a que nuestros pensamientos no nos inunden y así concentrarnos en los “siempre” de Dios.
No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. Isaías 41:10.
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