No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.
Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
Filipenses 4:11-12
Es interesante pensar que cuando Pablo escribe esta carta a los filipenses, él se encontraba en una cárcel, la verdad es que se me hace muy difícil pensar que alguien que se encuentra aislado y pasando muchísimas necesidades pueda hablar de “estar contento”.
Pablo mas que nadie, puede contarnos acerca de lo que es aprender a estar contento, el tenía un pasado que podía condicionar completamente su condición actual, recordemos algunas de las cosas que les hacía a los cristianos, las torturas, los maltratos, los homicidios, Pablo era candidato para una crisis de ansiedad, una depresión e inclusive padecer varios trastornos mentales a la vez. Pero no fue así con él, Pablo aprendió a estar contento a pesar de su pasado, a pesar de todo lo que había hecho y pudo lidiar con la culpa, sabiendo que Cristo había pagado todos sus pecados más atroces, en la cruz del Calvario.
Por lo tanto podemos afirmar que el pasado más cruel, e inclusive más doloroso no es excusa para poder experimentar el contentamiento que viene de la mano del Señor, no hay pasado más oscuro que la luz de Cristo no pueda alumbrar, que su cruz no pueda llenar, y con esto no voy a decir que el pasado se borra, porque de hecho no es posible, es necesario aceptarlo y reescribirlo.
No habrá sido fácil amar a aquellas personas que antes le despertaban tanto odio e indiferencia y comenzar ahora a hablarles acerca de todo lo que antes era una locura. Imagino a los cristianos, mirándolo de lejos, con una actitud de desconfianza y tramando como escapar o salir de la situación.
Seguramente esto habrá llevado mucho tiempo, poder ganarse la confianza de los cristianos, que vieran en él un nuevo Pablo. El contentamiento es un aprendizaje, un proceso, no es de un día para otro, y lleva su tiempo. El mismo Pablo dice que había aprendido a contentarse cualquiera sea su situación, por ello hay por un lado un aprendizaje de recibir, pero también hay un proceso de enseñar, de enseñar a otros a estar contentos, es un proceso dual interior-exterior.
Y a veces, para ser honestos, como seres humanos emocionales, nuestra felicidad o contentamiento esta supeditada a las condiciones externas, a nuestras circunstancias, si las cosas van bien, si tengo pocos problemas entonces estamos contentos, nos sentimos seguros de todo, pero si las condiciones no acompañan entonces nos sentimos infelices, impacientes, preocupados por el día de mañana o por lo que pueda llegar a suceder.
Y la realidad es que los cristianos deberíamos conservar nuestro “contentamiento” más allá de las situaciones externas, porque el cristiano, sabe que todas las cosas que nos suceden ya sean buenas o malas son para nuestro bien, el cristiano debería ser parte de este proceso dual de contentarse, ya sea desde su interior de aprender a cómo se hace, pero también de enseñar a otros, ayudando a cómo hacerlo.
Pero esto no sucede y cada vez nos encontramos con más personas que tienen mucho, o a veces poco, o demasiado y no logran ese sentimiento de completud, de satisfacción plena en la vida, otros dirían de “felicidad”, y ¿cómo logramos afirmar lo que Pablo decía sin ser Pablo? Y primero es entender que el contentamiento proviene de nuestro interior, de nuestra mente, si dejamos que nuestras emociones de vacío, llenen y acaparen nuestros pensamientos, de seguro van a dominar nuestra existencia y demás emociones, como dijimos antes es un proceso de aprendizaje personal, interior.
Debemos comprender que nosotros somos los actores de nuestra vida, los que vamos escribiendo el libro de nuestra vida junto a lo que Dios predeterminó de nosotros, debemos ser los líderes espirituales de nosotros mismos y dirigirnos a nosotros mismos, replanteándonos nuestra propia vida, rutina, deseos, planes y proyectos.
Por lo tanto, debo examinarme, mirar para adentro y no dejar que mi pasado condicione mi “contentamiento”, si Pablo pudo cambiar y renovar su mente, cualquier ser humano lo puede lograr. También debemos entender que las circunstancias no deberían de condicionar lo que yo siento porque en definitiva es Dios mismo quien por alguna razón que yo desconozco está dejando que eso pase en mi vida, y finalmente no olvidemos que el contentamiento es un proceso, tengo que aprender en la escuela de la vida a estar contento con cada oleada de vivencias que lleguen a mi vida, es un proceso, no es instantáneo.
En Cantares 7:10 dice
“Yo soy de mi amado, Y conmigo tiene su contentamiento”.
Si pudiéramos reflexionar en lo que involucra esta verdad de correspondencia, de relación, lo que somos y valemos para nuestro Padre Amoroso, el pertenecer a Dios como sus amados, si simplemente comprendiéramos lo que Dios piensa de nosotros como sus hijos, sería casi instantáneo sentir felicidad absoluta, estar contentos, porque el Dios de todos los tiempos se deleita en mí, “Su felicidad” está en por quienes somos y porque le pertenecemos, nada que hagamos puede hacer cambiar el amor de Dios hacia nosotros.
Pienso que la búsqueda de la satisfacción plena está al alcance de nuestras manos, si sólo sabemos dónde buscarla.
Comments