Este concepto ha sido estudiado y analizado por distintas personas a través de la historia de la humanidad, desde filósofos, psicólogos, psiquiatras incluso teólogos. Siempre se han preguntado qué es aquello que motoriza nuestra vida, cuál es el motivo por el cual nos despertamos cada mañana y aún más, en la actualidad, se están preguntando por qué cada vez hay tanta cantidad de personas que a más temprana edad sufren por no encontrar este sentido de la vida, y por qué a algunos los lleva a depresiones, autoflagelaciones y a veces hasta el suicidio mismo.
Pienso firmemente que todos nosotros en algún punto buscamos el sentido que le damos a nuestra existencia en el lugar equivocado, ya sea en una pareja, una familia, hijos, trabajos, la iglesia, un ministerio, un empleo, el dinero, un gobierno, etc. Y realmente podría seguir con la lista, la verdad es que en la actualidad las personas, internamente pensamos que aquello que tiene el otro es lo que realmente satisface, incluso aquello que deseamos alcanzar le va a dar sentido a nuestra vida, pensamos que tal o cual persona está muy bien económicamente o se siente muy feliz con el ministerio que tiene, con su familia, su casa, su profesión, su salud y en la gran mayoría de las veces nos encontramos que esa persona tan idolatrada por nosotros al final no resultó como pensábamos que era, en el fondo tenía todo, pero no le encontraba sentido a su vida.
Esa persona como la que queremos ser o imitar en realidad también tiene fallas, luchas y temores, y finalmente nos encontramos con que lo que pensábamos que iba a darnos el sentido a nuestra vida, no lo hizo; ni tampoco lo logró el sentido prestado de otra persona.
Quizás también nos encontramos haciendo cosas que otros hacen, que son buenas, que son bíblicas y las copiamos porque sabemos que “están bien”, pero que al final del día no llenaron nuestra alma, ahí adentro donde nadie puede ver ni entrar.
Y entonces, cómo entender lo que nos pasa si hacemos las cosas bien pero sigue habiendo un vacío en nuestro interior.
Lo cierto es que tenemos a Jesús en nuestro corazón, pero no llevamos una vida de gozo, o de completa felicidad, es como si algo faltara, como si la vida no tuviera sentido.
Ahora viene la pregunta obligada, ¿por qué un cristiano pasa por esa situación? Y a veces es porque Cristo no es el sentido de nuestra vida, a veces nos vamos acomodando a una rutina de espiritualidad, y Dios en su eterna sabiduría nos manda, o deja que pasen ciertas cosas que llaman nuestra atención hacia Él, pero no lo hacemos y ni siquiera nos damos cuenta que Dios nos llama a un cambio.
Entonces cuando entendamos que el sentido de nuestra vida debe ser Dios, nuestra manera de percibir y de relacionarnos con los demás va a tomar otra dimensión y vamos a poder mirar los conflictos, los problemas desde otra óptica, teniendo en mente que Él debe ser lo primero y el sentido en mi vida.
Alguien dijo que las personas que no tienen sentido en su vida, hacen cosas sin sentido, y eso lo vemos a diario cuando miramos como está la sociedad, pero si ya tengo a Cristo como el sentido de mi vida, seguramente me voy a encontrar haciendo obras como las que Cristo hubiera hecho.
El objetivo de nuestra vida es justamente “formar a Cristo” en nosotros, que nuestra vida se transforme y se parezca a la vida que vivió Cristo en esta tierra.
Pienso que, si fuéramos conscientes de que nos tenemos que parecer cada día un poquito más a Cristo, nos enfocaríamos en las cosas que realmente importan.
Si tomamos en serio el hecho de que Jesús sea la medida del todo como dice Colosenses 3:11 “Cristo lo llena todo” la vida cobraría sentido, va a tener propósito, sabiendo que nuestro paso por la tierra ahora tiene una razón, y no vamos a buscar en otro lado la satisfacción, porque ya la habríamos encontrado en Jesús mismo, y no es descuidar lo que Dios nos dio como la familia, las amistades, el ministerio o trabajo, sino que estas cosas deben guardar un lugar de sumisión debajo de quien tiene la preeminencia, el primer lugar en nuestra vida, y cuando practiquemos esto la vida tendrá un sabor diferente que nunca antes habíamos conocido ni probado.
Colosenses 1:18 b dice:
Él es el principio, supremo sobre todos los que se levantan de los muertos. Así que él es el primero en todo.
La Biblia afirma con toda autoridad que Cristo ya es el primero en todo, es mi deseo que esa afirmación pueda ser vivida en nuestra vida, vivida en nuestro día a día, lo que cambia nuestra vida es el oír, pero por sobre todo el hacer. Que realmente podamos poner a Cristo en el lugar que ya tiene otorgado celestialmente, pero ¿cómo lo logro de manera práctica? Cada vez que emprendas algo pregúntale a Jesús.
¿Él va a ser glorificado en esa decisión que voy a tomar, va a ser el primero?
Si no tengo eso que tanto deseo ¿Cristo va a seguir siendo quien llena mi corazón o voy a caer en una depresión?
Cada vez que tomes decisiones fíjate si Dios ha sido parte de ese proceso.
Aunque todo a nuestro alrededor falle, tengo a Jesús como el que lo llena todo, y como el principio de muchas cosas, Él nos ha inaugurado cosas que el hombre no pudo vivir en otros tiempos y eso debería traer paz y seguridad a nuestra alma. Jesús satisface. Teniéndolo a Él tenemos todo.
Jesús quiere ser el primero en nuestra vida.
Jesús quiere llenar nuestra vida.
Jesús quiere ser el sentido de nuestra vida.
¿Estamos dispuestos?
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