Maneras de acercarnos a personas con trastornos mentales.
En la actualidad la enfermedad mental no es una palabra muy bienvenida por la sociedad, hay un cierto recelo a este “tipo de personas” y preferimos no hablar de esos temas.
En las iglesias sucede algo parecido, muchos no saben del tema y entonces deciden sólo hablar de temas más fascinantes y entretenidos, y otros en cambio han pasado por algún trastorno mental o tienen algún familiar o amigo que han padecido y desean que se hable más acerca de todos estos temas.
La verdad es que tanto la salud como la enfermedad mental están más cerca de lo que pensamos.
Si vamos a las Escrituras, también hay varias historias de personas que atravesaron enfermedades mentales, como depresiones, crisis de ansiedad, traumas, donde Jesús los sanó. Y estas historias que leemos y aprendemos no están excluidas de este tipo de padecimientos mentales y emocionales.
Por lo tanto podemos decir que Dios está al control y es conocedor de todos los sufrimientos y padecimientos que sus hijos están atravesando, y todo lo escrito en su Palabra está para que tomemos ejemplo de lo sucedido y veamos como fueron sanados, consolados y restaurados por el poder de Dios.
Recordemos una cita de Isaías 53:4 que dice:
"Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores”
Dentro de esas enfermedades también estaban las mentales, y no sólo las llevó sobre sí mismo, sino que él sufrió nuestros dolores, y esto admite otro nivel, ninguna persona puede decir que sufre de la misma manera que otra, o que su nivel de sufrimiento es mayor o menor que otro porque ningún humano puede hacer dichas mediciones, porque no somos seres omniscientes, ese atributo solo le corresponde a Dios.
Es realmente de gran ánimo poder saber que Cristo sabe perfectamente lo que me pasa y es el único que puede comprender de manera exacta y única lo que sucede en mi interior ¡Como no confiar en Él!
Por lo tanto, no podríamos nosotros como humanos ser “omniscientes”, pero si ser “empáticos”, esto es poder entender y saber lo que le pasa a la otra persona y ponerme en el lugar del otro, es acercarse un poquito hacia el padecimiento del otro.
Justamente en Lucas 18:9 comienza la parábola del fariseo y el publicano donde es un caso opuesto al de empatía, aquí el fariseo tiene una actitud de menosprecio al publicano, esto es darle un menor valor al que tiene una persona, y en esta situación el fariseo se da un mayor valor a sí mismo y le agradece a Dios por no ser como eran los otros hombres. Esto es una gran realidad que vemos a diario, tenemos bendiciones dadas por Dios y las usamos para exaltarnos, compararnos y sentirnos mas valorados que otras personas sin darnos cuenta que nosotros podríamos estar del otro lado, hay ciertas circunstancias que nos pasan y no somos libres de elegirlas, pero si tenemos libertad en como respondemos a esas circunstancias que nos pasan y que no podemos cambiar.
Muchas veces hay una mirada altiva hacia las personas con enfermedades, trastornos mentales, discapacidades, y le agradecemos simplemente a Dios por no ser como ellos, en vez de ponernos en sus zapatos y pensar en cómo podemos ayudarlas.
Debemos descubrir en nuestro interior, cuál es nuestra mirada, hacia ese vecino, ese familiar, inclusive ese amigo que es distinto, o que padece de ciertos trastornos o enfermedades que yo no. Si Dios permitió que esa persona en particular fuera mi cercano es porque debe tener algún propósito con esa situación.
La enfermedad mental afecta a todos los aspectos de nuestra vida, incluyendo nuestra salud espiritual. Nos golpea en lo más profundo de nuestra alma y de nuestro ser haciéndonos sentir muy lejos del amor y de la aceptación de Dios. Es como un ladrón en la noche.
Juan 10:10 dice:
“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”
Las sensaciones que atraviesan las personas que padecen de trastornos mentales son parecidas a vivencias de muerte, destrucción, incertidumbre, inestabilidad, desequilibrio y es producto del pecado, debemos entender que la empatía que podamos tener, el amor que podamos mostrar va a ser de mucha ayuda para el bienestar de las personas y por sobre todo cambiará nuestra mirada ante este tipo de trastornos, dando el valor que tiene cada persona delante de nuestro Dios, considerando a nuestro prójimo, porque quizás en un futuro no muy lejano, nosotros podamos estar en esa situación y en su lugar.
Si bien el ladrón vino para robarnos, matarnos y destruirnos, no desestimemos las palabras de Jesús cuando dice que el desea darnos vida en medio de nuestros desiertos o crisis, pero una vida en abundancia, no en pobreza o escasez, una vida que sólo Él puede dar porque ha estado y está presente en nuestros sufrimientos.
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